NEOMARXISMO
El comunismo no ha desaparecido,
sólo ha
cambiado el modelo
(www.conviccionradio.cl,
24 octubre 2007)
Se podría objetar que con la "Perestroika",
la caída del Muro de Berlín y la apertura del Este, el comunismo ya fue
superado. De hecho, los países satélites del Pacto de Varsovia han sido
liberados de la dominación soviética y cuentan hoy con estructuras
democráticas; la cortina de hierro cayó y las dos Alemanias se han reurúficado.
El sistema económico del comunismo ha caído y ha sido sustituido por sistemas
orientados a la economía social de mercado occidental.
Sin embargo, el comunismo es un principio que, en
cuanto tal, puede ser realizado de distintos modos, conforme a las distintas
características de los diversos períodos históricos. Aún más, su acción se
adapta de modo necesario a las condiciones históricas objetivas y subjetivas.
Por tanto, si bien el comunismo bolchevique se derrumbó, el comunismo mantiene
una vigencia histórica, hoy calificada como "neocomunismo" o
"neosocialismo".
De esta forma, el modelo de insurrección bolchevique
fue descartado para definir y asumir un modelo distinto, más complejo y más
profundo, pues compromete orgánica e integralmente las conciencias de las
personas. De hecho, la estrategia de acción política directa dio origen a una
estrategia de acción indirecta, fundada en un proceso de revolución cultural.
Fue Karl Marx quien estableció el principio
materialista dialéctico según el cual la infraestructura (economía/materia)
determina la superestructura (cultura/espíritu), razón por la cual la
revolución debía ser realizada por el proletariado contra la burguesía, es
decir, "de abajo hacia arriba".
En su afán de realizar la revolución mundial y observando
las dificultades que enfrentó el proceso revolucionario en Rusia, Antonio
Giramsci, Secretario General del Partido Comunista italiano (PCI), profundizó
el principio del materialismo dialéctico y adaptó el comunismo a la realidad de
Occidente. Gramsci desarrolló entonces el concepto de "hegemonía
ideológica" consignando que:
"El movimiento entre infra y sobreestructura es
de carácter dialéctico, es decir, que si la infraestructura material determina
la sobreestructura ideológica, política, cultural y moral, esta sobreestructura
a su vez puede tener vida propia y actuar sobre la infraestructura".
Gramsci, partiendo de tal premisa, estableció un
modelo revolucionario según el cual la hegemonía cultural es la base de la
revolución comunista, significando con ello que ésta depende de la capacidad
que las fuerzas revolucionarias adquieran para controlar los medios que
permiten dirigir la conciencia y conducta social. Es por tal causa que el
proceso revolucionario se hace más sutil, gradual y progresivo. Teniendo
presente que Vladimir llich Ulianov, alias Lenín, concibió la revolución como
un "proceso de traspaso de poder" que puede ser realizado tanto de
manera sangrienta como incruenta, Gramsci procede a realizar la revolución de
modo invertido, es decir, "de arriba hacia abajo", desde la
superestructura hacia la infraestructura. Una revolución entendida así se
realizará a través de la intervención y transformación ideológica de la
cultura, y consiste en modificar de manera imperceptible el modo de pensar y
sentir de las personas para, por extensión, terminar modificando final y
totalmente el sistema social y político.
La estrategia dispuesta por el pensador marxista
Antonio Gramsci fue proyectada por la llamada Escuela de Frankfurt,
originalmente fundada en 1923 como "Instituto para el Nuevo Marxismo"
y luego denominado "Instituto para la Investigación Social" (Institut
für Sozialforschung) para encubrir su objetivo sentido político.
Es por ello que, mediando Georges Lukács, Max
Horkheimcr, Theodor Adorno, Wílhelm Reich, Erich Fromm, Jean Paul Sartre,
Herbert Marcuse, Jürgen Habermas, etc., se formula la doctrina del
"neocomunismo" y a partir de él la izquierda elabora un concreto
programa de acción estructuralista que logra una decisiva influencia en distintos
campos del pensamiento, en la psicología (Lacan), la educación (Piaget) y la
etnología (Levi Strauss), entre otros. Fueron básicamente estas elaboraciones
ideológicas las que activaron y sustentaron el proceso revolucionario de los
años 60, siendo particularmente efectivas entre los estudiantes de las
universidades de Francia y Alemania. Asimismo, estas ideas también serían la
base tanto del llamado "eurocomunismo" como del
"neosocialismo" desarrollado en distintas latitudes durante los años
80 y 90.
El principio constitutivo de esta creencia radica en
un materialismo refinado (materia increada y viva) que niega la existencia de
un principio anterior y superior al hombre, cualquiera éste sea. Este sistema
de pensamiento se define a sí mismo como una creencia que explícitamente niega
la existencia de un Dios creador, que rechaza la existencia del alma humana y,
por tanto, de toda escencia y toda trascendencia del ser. Afirma pues la
soberanía del hombre en tanto éste no es sino una concreción existencial
fragmentaria de la materia en flujo.
Se impone un sistema cultural multiculturalista basado
en un relativismo absoluto, el cual implica la negación de la existencia de
verdades absolutas de validez universal.
Friedrich Engels mismo ya lo anticipaba: "Para la
filosofía dialéctica no existe nada definitivo, absoluto". Ahora, un
dirigente político proclama: "No hay verdades absolutas de ningún
tipo".
Asumiendo tales premisas, ¿cómo se manifiesta
concretamente este nuevo tipo de acción revolucionaria?
La aplicación de este sistema filosófico-político
procura generar un ánimo hostil contra todo tipo de autoridad, expresándose
esto en una conducta de deliberada resistencia y rebeldía ante la creencia de
Dios; contra la institución de la Santa Iglesia, cuya reputación se degrada
sistemáticamente; contra el Estado, cuya autoridad se denigra constantemente;
contra el orden en la familia, donde se socava la autoridad de los padres;
contra el orden en la escuela, donde se limita la autoridad de los profesores;
y, en definitiva, contra toda forma de jerarquía y orden en la vida social.
Ante la ausencia de un ser superior, semejante
quebrantamiento del orden natural conduce a una completa pérdida de principios
y valores originales fundamentales, lo cual genera un radical decaimiento en la
moral. Bajo pretexto de educar en un uso más responsable de las fuerzas
procreativas, se desencadenan las pasiones en los niños y adolescentes a través
de una educación sexual estatal en los colegios. A través de los medios de
comunicación se derriban todos los tabúes, corrompiendo el ideal de la santa
pureza, de la inocencia y la virginidad, gestando un ambiente de impureza
omnipresente. Así se aplica en nuestra época, al pie de la letra, la estrategia
lanzada por Lenín y comprimida en la siguiente frase a menudo citada:
"Si queremos aniquilar una nación, debemos aniquilar antes su moral.
Luego, esta nación caerá en nuestro regazo como fruto maduro. [...] Interesad
la juventud en la sexualidad y os apoderaréis de ella sin dificultad."
Se disuelve la institución de la familia con la
legalización del divorcio. Asimismo, se promueve tanto el trabajo de la mujer
para apartarla del hogar como la asistencia en jornada completa de los niños al
colegio. La razón de ello la evidenció claramente Olaf Scholz, entonces
Secretario General del Partido Socialista de Alemania (SPD) cuando,
refiriéndose a la jornada escolar completa - a la cual estima insuficiente - y
a los preescolares y maternales, sostiene:
"Queremos alcanzar con ello una revolución cultural. [...] Queremos
conquistar el espacio aéreo sobre las camas de los niños" .
Para impedir la existencia de familias numerosas se
implantan programas de control de natalidad. En este mismo sentido, también se
promueve el matrimonio entre personas del mismo sexo, concediéndole incluso el
derecho de adopción de menores.
A fin de provocar una destructuración del sistema
social, se introduce un igualitarismo radical proyectado en la teoría de género
según la cual el ser humano es determinado exclusivamente por la colectividad y
no por su naturaleza masculina o femenina. Esta idea se refleja también en un
feminismo extremo.
En definitiva, el neocomunismo proclama el
“empoderamiento” del hombre en términos de que es ahora él, por sí y ante sí,
quien domina su cuerpo y determina su destino. Así, dando cuenta de una
contradicción fundamental, por una parte rechaza la pena de muerte al negar a
cualquier autoridad el derecho a determinar sobre la vida del hombre pero, por
otra, sin más reclama el irrestricto derecho a practicar el aborto y la
eutanasia.
Siguiendo el principio marxista de "revolución
permanente" y el principio leninista de "revolución
ininterrumpida", e indicando que "el gran salto no es económico
[...], sino político-cultural", el neosocialismo sentencia explícitamente:
“Tiempos de cruzada. Sin plazos,
la meta es transformar de raíz la mentalidad”.
Se
puede así decifrar la gran red del neomarxismo, la visualización demoniaca del
libertinaje a todo nivel que lamentablemente ya arrasa a nuestra Patria, Chile:
-Derechos
Humanos y Derechos de los Niños
-Derechos
Reproductivos, educación sexual, regulacion de la fertilidad, manejo de
embriones, instrumentalización de las desviaciones sexuales, control de la
natalidad
-Aborto,
eutanasia, divorcio
-Subversión
religiosa, la iglesia nueva, desvirtuación de la fe
-Revolución
cultural, desvirtuación de la música, de la televisión, del cine y de las obras
de teatro, video juegos, pornografía
-Revolución
de los medios de comunicación
-Radicalización
de la prostitución, de bares, cafés y discos abiertamente “degeneradas”; de la
delincuencia, del narcotráfico
-Revolución
estudiantil, movimientos sociales, estudiantiles y de trabajadores
-Revolución
anticristiana, abolición de la familia, destrucción de los valores patrios y de
las tradiciones, manipulación de etnias, trabajo femenino
-Deconstruccionismo,
humanismo, libertinaje, tolerancia, entreguismo, sodomia, feminismo,
propaganda, nuevas metodologias medico-sicológicas, etc., etc.